Los mejores falsos documentales






El falso documental es un género de cine y televisión o una obra de dicho género. Se suele incluir dentro de la comedia, aunque existen casos de falsos documentales dramáticos. El falso documental se presenta como una grabación de la vida real, aunque se produce como una obra de ficción. Es un medio habitual de parodia y sátira.

Un ejemplo muy temprano lo encontramos en la versión radial que creó Orson Welles de La guerra de los mundos, el 30 de octubre de 1938. Y, más tarde, en una emisión televisiva de 1957 del programa británico Panorama Swiss Spaghetti Harvest. A menudo se presentan como documentales históricos con comentaristas que hablan de sucesos pasados o, utilizando un recurso del cine de realidad, con personajes a los que se sigue a través de varias situaciones. Los ejemplos de esta forma de sátira se remontan, al menos, a los años 1950; otro ejemplo es la emisión de 1957 del programa británico Panorama, pero el término inglés que lo designa, «mockumentary», se atribuye a Rob Reiner, director de This Is Spinal Tap, que lo usó en una entrevista de mediados de los años 1980para referirse a dicha película. Gracias a los efectos especiales, la imagen fotográfica ha perdido la condición de «índice» de la realidad. Sin embargo, el falso documental sitúa el interés de la manipulación no tanto en la imagen como en el discurso. Una de las características fundamentales de los mockumentaries para analizar es la evidencia o no de la naturaleza ficcional de la pieza en toda su existencia, por mucho que participen de las estrategias de verificación del texto documental.

El cine propone a su espectador una experiencia. Todo a partir de considerar la recepción como una dialéctica entre sujeto y realidad, entre las propiedades del objeto y las intenciones del observador. Se trata de un proceso activo y selectivo, que siempre va a depender de las estrategias de conocimiento, ya sea por la atención o por las intenciones que se ponen en juego ante la realidad. El espectador ante la imagen, elabora una representación mental construida a partir de una combinación de indicios actuales y los recursos de la experiencia anterior.



Weinrichter distingue tres tipos de falso documental según su grado de reflexividad:
  • Parodia
  • Crítica
  • Falsificación y deconstrucción

Cristian Pineda Amo explica que «el cine de no ficción representa un giro de innovación en la conservadora institución del cine. Con este concepto clásico del documental puesto en crisis, nos preguntamos cuál es la herencia que ha producido en el cine actual: su estética». En Recursos teóricos para el análisis de los filmes, Antonio Fernández dice que «para que el arte suministre indicadores y podamos percibir vivencias (tanto presentes como ausentes), es necesario reafirmar la interpretación de la herencia del pasado como vivencia del presente. En el arte nada es nuevo, pues a partir de las formas estéticas anteriores es posible inventar formas nuevas, que además podemos utilizar para cambios posteriores y su puesta en funcionamiento». De aquí se desprende la gran relevancia que el espectador posee en esta experiencia, fundamental para la interpretación de las imágenes y comprensión del género con formato de ficción, siendo no ficción.

Alberto Nahúm García Martínez expresa que «la verdad en el falso documental se presenta como una construcción manipulada y queda reducida a una simple cuestión de estilo, al conocimiento y aplicación de ciertas estrategias retóricas que suministren la verosimilitud necesaria a lo que le quiere contar. Para evitar la fácil suspensión de la credulidad del espectador, suele resultar efectivo encuadrar las mentiras en un marco verdadero. Así, se gana la credibilidad del espectador, pues identifica como familiares algunos aspectos que presenta el film. Cualquier estrategia es válida para dinamitar los códigos que separan la realidad de la ficción, conocidos por el espectador: el realismo en el estilo, la espontaneidad o el descuido, la voz en off solemne, el no-control de todo el rodaje, la aportación de datos supuestamente científicos, la reubicación de declaraciones reales o la exhibición del propio proceso de producción y realización. Si alguien contempla un falso documental prevenido de que se trata de un embeleco, su desconfianza será absoluta desde el inicio y buscará las huellas del engaño por la influencia que el paratexto comporta para la recepción. En la mayoría de ocasiones, el espectador asiste con credibilidad a lo que observa hasta que topa con algunos detalles que van revocando su convicción. Tanto en sus propuestas paródicas como en las más deconstructoras y reflexivas, la audiencia ha de percibir el engaño (al menos parte de él), bien sea para captar las bromas propuestas o para reflexionar en torno a la tradicional naturaleza factual asignada al documental. Los realizadores de fakes tratarían de conjurar el engaño audiovisual aplicándoles su mismo procedimiento: reactivar la conciencia crítica ante la imagen mediante otro falseamiento más, evidente e identificable para miradas instruidas, de ahí a importancia que se le otorga al receptor y a sus competencias interpretativas en este subgénero». (2006: 308-312).El falso documental o mockumentary (mock: burla) es un género que imita los códigos y convenciones desarrollados por el cinedocumental en una obra de ficción. Este género se presenta a veces como documental histórico con comentaristas que hablan de sucesos pasados o, utilizando un recurso del cine de realidad, con personajes a los que se sigue a través de varias situaciones. Es frecuente que los falsos documentales sean parcial o totalmente improvisados, bajo la premisa de que este estilo de actuación ayuda a sostener la sensación de realismo.La semana pasada se emitió el último capítulo de la versión estadounidense de The Office. Además de haber sido una de las mejores series de los últimos años (aunque ha tenido sus altibajos), es el principal exponente lo que es unmockumentary, término que define aquellas obras de ficción que imitan la estética de los documentales a pesar de seguir un guión. The Office está basada en la serie del mismo nombre que creó Ricky Gervais, que también está entre los mejores falsos documentales, pero la influencia de este remake que tomó vida propia fue mayor.

A pesar de que cada una de estas series y películas usa sus propios métodos para crear la ilusión de ser un documental, hay varios elementos en común. Así, por ejemplo, casi todas utilizan las entrevistas personales, un recurso que generalmente se utiliza para dar una mayor profundidad a los personajes. También es bastante frecuente que los actores miren a cámara, aunque nadie lo hace mejor que John Krasinski (Jim Halpert en The Office) y Ty Burrell (Phil Dunphy en Modern Family).




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